Review | X-Men: Days of Future Past


Aunque no todo calza, y es bien probable que en ninguna circunstancia hubiese calzado tras las películas que casi arruinan a toda la franquicia, el final de esta hace que todo valga la pena.
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AdvertenciaEsta reseña tiene spoilers sobre el final. No es un guía para decidir si deben ver o no la película. Léanla si han visto la película. Asumo que todos los lectores de este antro van a verla.
Hay un momento de X-Men: Days of Future Past en el que no es difícil llegar a pensar que,  simplemente, no hay forma de arreglar el entuerto que arman con el “desplazamiento temporal” que está al centro de su historia. De hecho, creo que nunca logran dar con una solución que justifique narrativamente, y de forma coherente, que a futuro no se dará el escenario apocalíptico que durante toda la película quieren impedir.
En el momento clave, nos entregan una resolución que tenemos que comprar simplemente por que es lo que es y no mucho más. Al intentar analizar la justificación tras su cambio de statu quo, las cosas comienzan a desmoronarse por que hay muchas inconsistencias en la línea de tiempo que ha creado esta y especialmente las otras películas previas. Son muchas. Demasiadas.
Quizás por eso mismo a la vez hay que reconocer que tampoco había mucho espacio para arreglar el problema que armaron basuras como X-Men: The Last Stand y X-Men Origins: Wolverine.
En lo que le concierne, esta secuela solo se inspira en la base del cómic de Chris Claremont y John Byrne que da nombre a su título, abordando así un futuro apocalíptico en el que los mutantes son perseguidos y exterminados, en un mundo que se ha ido al carajo. Salvo un par de diálogos expositivos, en el fondo aquí no hay mucho para profundizar en este mundo del futuro en donde todo es depresivo.
Solo importa que hay un pequeño puñado de personajes que nosotros conocemos y que siguen con vida. Peor aún, solo están focalizados en sobrevivir. Aunque nunca explican por qué o cómo Kitty Pryde (Ellen Page) tiene la habilidad de enviar la conciencia de las personajes pocos días en el pasado, al menos sí se entiende rápidamente que están logrando cambiar un poco la historia. Están logrando avisarse antes de cada ataque de los asesinos Centinelas.
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Pero eso es algo muy menor, pues desde el primer minuto marcan la duda respecto a si el gran esquema de la historia puede o no ser cambiado. Y es ahí en donde aparecen un par de caras que conocemos desde la primera película de esta franquicia: el grupo de la resistencia comandado por el viejo Magneto (Ian McKellen) y Charles Xavier (Patrick Stewart). Aunque nunca sabemos cómo carajo este último volvió a la vida, queda claro que el grupo de sobrevivientes llega a una determinación: arriesgarán todo y buscarán hacer un último intento para cambiar la historia.
Así que en vez de viajar algunos días, la premisa de X-Men: Daus of Future Pastcomienza a tomar forma una vez que el grupo mutante decide enviar a alguien aún más atrás en el tiempo. Al momento que causa todos los males. No hay mayor sorpresa así en que obviamente ese sea el Wolverine interpretado por Hugh Jackman, justificando que su mente sería la única que puede soportar las secuelas del desplazamiento en el tiempo. Algo que no tiene mucho sentido, pero que debemos comprar cortesía de su poder de regeneración. Así que repito: no le den mucha vuelta a cosas como esa.
El punto de conflicto, sin embargo, es que no es tan fácil modificar la historia.El Logan con canas, que tampoco es el mismo de The Wolverine,  debe viajar a una época complicada. Un momento en el que debe hacer trabajar juntos a un Erik Lehnsherr que está encerrado en el corazón del Pentágono, por supuestamente asesinar a Kennedy, y un Profesor X (Charles McAvoy) con pinta de hippie que justamente dejó de ser el Profesor X. En una época en la que aún tenía pelo, nos revelan que Charles abandonó sus poderes, cortesía de una vacuna que le permite volver a caminar, callando de paso las voces en su cabeza. Básicamente es un drogadicto sin poderes.
En ese contexto, deciden centrar la historia en un puñado de personajes. En algo muy diferente a lo que hicieron en X-Men: The Last Stand. De hecho, ese era mi principal resquemor hacia esta película. Entre tanto póster, entre tanta venta de marketing, estaba claro que una vez más nos prometían que veríamos tantos o más mutantes que en aquel fiasco de Brett Ratner.
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Pero a diferencia de esa película absolutamente desenfocada, en la que personajes que nunca nos importaron tenían más tiempo en pantalla que Cyclops, aquí deciden que este sea el show de Charles, Fassbender, la Mystique de Jennifer Lawrence y el piérdete una de Wolvo, sumando a la mezcla secundaria además alBestia de Nicholas Hoult. Agreguen la relevancia en la historia general de Bolivar Trask como mero antagonista y todo el resto de personajes tiene una participación súper acotada. Aquí le dan como caja al star-power, a los rostros conocidos que la masa reconocerá de inmediato sin necesidad de ir a Wikipedia para saber quién diablos es tal mutante.
El pasado es así el verdadero foco de una propuesta que tiene mucho guiño a las películas previas, y también cameos para dejar con gusto a los fans de la saga, pero que al mismo tiempo utiliza lo justo y necesario tanto de los mutantes que regresan brevemente (Tormenta, Iceman) como de las nuevas caras que agregan al elenco. Y salvo una escena en Vietnam que queda bien a pito de nada, solo para mostrar en qué está Havok y traer de vuelva a William Stryker, el manejo de la baraja de personajes está mucho mejor de lo esperado. Más aún, Bryan Singer saca a relucir una vez más lo que mejor ha hecho a cargo de la saga, dándose el tiempo para hacer lucir cada poder mutante y sacar partido a la variedad. Un buen ejemplo es al genial poder de la chinita Blink.
El gran tapabocas es Quicksilver. Prejuzgado y atacado con bullying al máximo por su apariencia en la campaña de marketing. Todos lo hicimos. Si alguien lo veía en la calle, de seguro le tiraban un gargajo en la cara de puro menosprecio. Sin embargo el personaje es utilizado de una forma tan bacán en lo que concierne a sus poderes, que terminan mandando al diablo s todas esas aprehensiones, quejas, llantos y desprecios. Inclusive si uno se da cuenta a mitad de camino que en realidad este Quicksilver no tiene mucho de Quicksilver.
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No solo presentan al poder de la supervelocidad como nunca antes se ha visto, sino que también Evan Peters funciona muy bien en lo poco que le toca hacer. De hecho creo que todos habrían preferido que el personaje estuviese más tiempo en pantalla, ya que su escena en el Pentágono es de lo que mejor ha hecho Singer a cargo de la franquicia. Incluyendo a lo de Nightcrawler en X-Men 2.
Con todo eso en cuenta, el centro de la historia tiene a Mystique. A grandes rasgos ella es la culpable del futuro apocalíptico, tras asesinar a Bolivar Trask. Su acto, nos explican, motiva a que se de luz verde al programa de los Centinelas que varias décadas después causa el futuro tipo The Matrix. Además venden la pomada de que la sangre de Mystique es la clave para desentramar el ADN mutante y lograr que los Centinelas puedan replicar los poderes.
Una tremenda inconsistencia que en el resultado final de la película no tiene ni pies ni cabeza. Bueno, salvo que entendamos que lo concretaron solo para dar más relevancia al personaje debido a que lo interpreta una ganadora del Oscar. Pero más allá de eso, lo único que importa es que Mystique quiere matar a Trask en retribución, ya que el tipo ha usado a los mutantes como conejillos de indias. En ese marco la película agrega un contexto histórico para involucrar al gobierno de Estados Unidos, meter al rancio de Richard Nixon a la mezcla y complica todo para los X-Men.
Y obvio, como bien nos enseñó Volver al Futuro, aunque a mitad de camino sí logran impedir el asesinato de Bolivar Trask, la intervención en el tiempo genera una seguidilla de repercusiones negativas que influyen en la historia. Si bien en la primera X-Men planteaban la historia de “El Acta de Registro“, en donde el tema de la identificación de quién es o no es mutante no es algo de dominio público, aquí el desplazamiento en el tiempo de Logan y el intento por impedir el futuro provoca que, por ejemplo,  Magneto, Mystique y Bestia se revelen al mundo mucho antes a través de las pantallas de televisión. Es a partir de ese punto, que la historia ya no será la misma respecto a lo que habían planteado las películas anteriores de la saga.
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Aunque X-Men: Days of Future Past diga que las industrias Trask podían crear robots voladores en los setentas o que el profesor Charles Xavier ya tenía una versión de Cerebro demasiado avanzada para la época, pues Singer no está ni ahí con seguir la línea de Matthew Vaughn, lo que más destaca en el guión de X-Men: Days of Future Past son los múltiples retcons que va generando. La idea es sacar el trapo manchado por las malas películas, para dejar una sábana blanca con la cual comenzar de cero.
Por eso una vez que Magneto se da cuenta de que no hay como impedir que Mystique mate a Trask, este decide entrar en modo full terrorista y comienza a armar la secuencia de destrucción más a toda zorra y desquiciada en la historia de las películas de X-Men. El personaje levita un estadio sobre Washington, confronta al gobierno gringo haciendo gala de un poder superior a todos y va dejando en claro que nadie debe interferir. Especialmente Wolverine, a quien básicamente reduce a la categoría de personaje de Urotsukidoji. Claro que en vez de tentáculos, a Wolvo le meten fierros hasta por la uretra.
Mientras eso sucede, sin embargo, la precuela-secuela-reinicio enfoca su drama central en una sola cosa: en el cómo Charles Xavier intenta razonar con Mystique, ya que esta logró infiltrarse en la Casa Blanca para tener a tiro de cañón a Richard Nixon y Bolivar Trask.  Es ahí donde la respuesta que dan para sustentar que han logrado impedir el apocalipsis es bien trucha. Es decir, no se puede comprar que tras tamaña demostración de poder magnético, los humanos se van a quedar en paz cantando kumbayá.
Aunque por un lado es fácil especular que el uso que Magneto da a los Centinelas es lo que realmente provoca que el gobierno cancele el programa, de todas formas no hay caso y no les compro nada. Aquí dejan un estadio alrededor de la Casa Blanca. Un puto estadio. Y eso es un mucho mejor argumento para que las autoridades inicien una cacería mutante. Mucho más que el simple asesinato del enano.
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Igual lo más relevante en todo caso es que ese ataque a la Casa Blanca en el último tercio de la película lo cambia todo. Tal como Bryan Singer había anticipado, el objetivo de esta película no era otro más que “arreglar la mierda” que había quedado con X-Men: The Last Stand.
¿Y saben qué? Sí logran arreglar la mierda que importa arreglar. De hecho, me voy a conformar. Aún cuando los cuestionamientos sobre la resolución son válidos, aquellos reparos para mi quedan eclipsados por algo súper simple: las últimas escenas sobre el futuro a uno lo dejan con una sonrisa de oreja a oreja. Y de seguro más de alguien tendrá jaquecas intentando hacer encajar todo en la línea temporal, ya que aquí no hay un Emmeth Brown explicando que aquí crearon un mundo paralelo con una pizarra. De ahí que solo hay que fijarse en el panorama mayor.
Con Days of Future Past, tal y como se esperaba hace meses, han creado una nueva línea temporal que eliminó sucesos previamente establecidos. Digan chao a todas las anteriores. Con esta cancelan completamente X-Men: The Last Stand y tambiénX-Men Origins Wolverine, ya que Logan se une al Proyecto Arma X de una forma totalmente distinta. También ya no corren los sucesos de las primeras dos películas. Wolverine básicamente logra “la gran Marty McFly”. Cambia para mejor su propia historia y la de su familia mutante, ya que Charles Xavier cumple la promesa de reunir al grupo original y guiarlos por un nuevo camino. A partir de este nuevo 1973, no todo fue igual para los mutantes.
Así que en definitiva, aunque tambalea en su lógica narrativa interna,  X-Men: Days of Future Past es todo el espectáculo visual que saca partido a actores como James McAvoy y Michael Fassbender, cortando las restricciones impuestas por las malas películas de la saga y logrando una resolución tan satisfactoria, en la que da lo mismo si no todo calza. Y repito: quizás era imposible desmadejar todo.
Prefiero quedarme con que esto es un vistoso y entretenido sahumerio, que exorciza los malos espíritus y limpia la mansión de Westchester.

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