Chespirito: 1929 – 2014


A sus 85 años finalmente tuvo su garrotera eterna.
chavo
La garrotera. La pastilla de chiquitolina. El chipote chillón. Las preguntas por la abuelita de Don Ramón. No hay de queso nomás de papa. Pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi. Este jueves a Chespirito se le chispoteó de forma definitiva. Se murió sin querer queriendo. Y al cabo que sí nos importo, porque sus personajes marcaron a nuestras infancias desde Tijuana a Punta Arenas.
No es fácil escribir sobre la muerte de uno de los comediantes latinoamericanos más importantes de todos los tiempos. Menos en el día después de su muerte. Es fácil quedarse abordando solo su relevancia e influencia histórica para la televisión, como hito que cruza a muchas generaciones, dando una jerga que fue reapropiada por la cultura popular de toda la región de América Latina, o comenzar a rayar la cebolla recordando cómo te marcó personalmente.
Pero lo claro es que hablar de El Chavo del Ocho o el Chapulín Colorado (el superhéroe más flaitemente eficaz de todos), es hablar de la más importante serie de televisión en español de todos los tiempos para este continente. También la más popular. Así, tal cual. No hay otra. De ahí su relevancia.
Les guste o no les guste a aquellos que le dan esa recurrente lectura de que sus historias avalaban la violencia. O miren en menos y cuestionen su humor blanco a veces cruel o cuestionen su representación de un pueblo ignorante y sin educación, de una sociedad marcada por el abandono. Pero el Chavo, el Chapulín y compañía nunca fueron una apología.
La torta de jamón, la agua de tamarindo, la guerra con los baldes de agua, el episodio que nos hizo llorar a todos cuando toda la vecindad le dijo que era ratero.Roberto Gómez Bolaños fue parte de nuestras vidas, acompañándonos en el día a día. Siguiendo un esquema cíclico, de gags repetidos cientos de veces, que funcionaba porque al final nada cambiaba y siempre se volvía al statu quo.
Pero no solo por eso funcionaba. Quizás otros personajes eran más graciosos, como Quico. Quizás el mejor cómico de todos era Ramón Valdés. Pero Roberto Gómez Bolaños era el creador con el que el equipo no habría funciondo. El 10 que manejaba los hilos y que siempre armaba la jugada. Sí, era el comilón, el que no la soltaba nunca, el que se comía todo el pastel debajo de la mesa, pero aún así todo funcionaba por su gran ingenio.
Y eso, eso, eso, eso.
https://pbs.twimg.com/media/B3jvpa9IgAAPxks.jpg
¿Cómo te marcó Chespirito? ¿Cuál era tu personaje favorito?

Comentarios

Entradas populares