Review | Iron Man 3



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El desafío para Iron Man 3 no era menor. No sólo debía iniciar la segunda fase de películas deMarvel Studios, siendo la primera consecuencia tras el éxito colosal de The Avengers, sino que también debía presentar una propuesta centrada en el ahora mega popular Tony Stark, que estuviese a la altura de las circunstancias. Es decir, que nos hiciera olvidar que la última vez que lo vimos en una película “en solitario”, comenzaron a agregar las dudas sobre este universo cohesionado. Está claro que las amarras de una interconexión de películas puede brindarnos bodrios como Iron Man 2.
Pero ambos objetivos son alcanzados con creces por una Iron Man 3 definida por sobre todas las cosas como una película muy entretenida. Una secuela que saca el jugo al personaje y la interpretación de Robert Downey Jr., abordando una propuesta que en cierto sentido da un giro para responder la duda que el Capitán América puso en su testa. También, se abre paso abordando lo diverso que puede ser este universo cinematográfico,  a partir de las miradas de autor que pueden agregar a cada personaje ya establecido con todo su trabajo de la primera fase. Y ese definitivamente es su mayor logro. Volver a hacer creer que hay más para enganchar, que sólo esperar “simples trámites” hasta que llegue la hora de The Avengers 2.
Bajo la dirección de Shane Black, quien agrega más acción física que en todo lo que hizo Jon Favreau en el pasado, en Iron Man 3 nos presentan una premisa que cuenta con un génesis instalado en el pasado de Tony Stark. Ahí dan cuenta de una tecnología que permitiría regenerar el cuerpo humano, hackeando el cerebro para dar un salto en la evolución, pero que al mismo tiempo cuenta con un potencial y peligroso uso militar. Más de una década después, todo en la vida del multimillonario está mejor, salvo por un detalle: sufre severos ataques de ansiedad e inseguridad tras los sucesos que vivió en Nueva York durante el ataque extraterrestre comandado por Loki. No todo es felicidad después de encontrar a sus nuevos compinches y ese es un motor al que le agregan bastante bencina.
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Pepper Potts, interpretada por Gwyneth Paltrow, es la única guía en la vida del personaje y en esta ocasión tiene mucho más que hacer, aunque igual sigue bajo el clásico esquema de la dama en peligro. Más importante, lo único que ha hecho Tony Stark durante todo este tiempo libre es multiplicar su arsenal de armaduras, con decenas de proyectos que incluyen la Mark 42: un prototipo que controla mentalmente. En medio de aquella base, Iron Man 3 sigue cayendo en esa idea de hacer tecnologías mega avanzadas, especialmente con pantallas táctiles y hologramas, aunque sabemos que aquí ya todo es posible luego que el personaje “descubrió” un nuevo elemento en un santiamén en la película anterior.
La estructura narrativa de este puntapié inicial a la nueva tanda de Marvel Studios, presenta también varios frentes que se mueven en un entorno que inicialmente se anticipaba como más oscuro que sus anteriores entregas. O al menos esa idea surgió tras todos los tráilers. Pero en el resultado final, y menos mal que es así, esa idea no tiene real asidero porque en esta tercera patita existe mucho humor que calza con la excéntrica personalidad del personaje y además también hay bastante de aquello que logró funcionar en la primera película de la franquicia: las relaciones con sus personajes secundarios.
Todo esto se da también porque Iron Man 3 logra consolidar este lado del universo cohesionado, dejando actuar en solitario a Stark sin la necesidad de las amarras de la organización S.H.I.E.L.D. Las mismas que desviaron tanto el foco en la atención de una forma que no pocos queremos mejor olvidar. Y aún cuando aquí este es el gran show de AntonioStark , existe un trabajo y una elección de casting lo suficientemente buena, como para evadir la potencia de la sombra que ha ejercido y probablemente seguirá ejerciendo la actuación de Robert Downey Jr.
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Gran parte del metraje aborda un esquema de un Iron Man sin armadura. Ese es el eje de un guión co-escrito por Drew Pearce que saca a la superficie los temores de Stark, para que el actor tenga nuevas teclas que tocar. Y aún contando en esta secuela con un esquema previsible y más que visto, además de un giro sorpresivo que igual se puede anticipar a partir de las propias pistas que deja explícitamente la película, Shane Black agrega de forma absolutamente satisfactoria, una acción de disparos que agregan al molde de un Tony Stark que debe ingeniárselas para pelear en un par de secuencias con tecnologías rudimentarias y enfrentar esbirros mega confiados por el poder que tienen en la palma de la mano.
Todo esto se desarrolla porque su mansión y armaduras principales son destruidas, luego de enviar un engreído mensaje a El Mandarín (Ben Kingsley). Un despiadado villano que aterroriza a Estados Unidos con bombazos concretados con explosivos que no pueden ser determinados por las autoridades, eje temático que se propicia debido a que el Gobierno realmente ya no quiere tener mucho que ver con este tema de los nuevos Vengadores y en respuesta crea su propio superhéroe militar, renombrando, cortesía de un focus group, a Máquina de Guerra(Don Cheadle) como el Patriota de Hierro.
De ahí en más la gran sorpresa de esta secuela tiene relación con un giro, una gran sorpresa que a más de alguien le recordará un elemento de Batman Begins. Pero aunque los más talibanes pegarán el grito en el cielo por la “desperdiciada” oportunidad que representa la decisión, y a otros les hará ver entre líneas todo el tema del negociado que representa la decisión de pasar gato por liebre con la “co-producción con China” que está movilizando actualmente a Hollywood, la gracia de Iron Man 3 es que logra dar un vuelco, avanzando más con el tema de las apariencias y los juegos del poder. No sólo eso, también sacan partido a sus personajes, en un marco que ha generado el mayor desafío en estas adaptaciones: los villanos de Iron Man en el cómic, salvo una que otra excepción, son pencas.
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Por eso otro gran elemento es que Iron Man 3 no es lo que uno espera en la previa. La película se aventura a nuevos territorios con su personaje principal, pese a que se mueva en esquemas vistos hasta el cansancio y tengan todas las dosis de diálogos expositivos a los que ya nos tienen acostumbrados, entregando un amenaza superior biotecnológica en donde la clave es el personaje de Guy Pearce. Un tipo que comienza como tu típico nerd y termina convertido en un símil del genio/multimillonario/filántropo/playboy. Algo así como el ying y el yang, en medio de una amenaza terrorista que tiene en la mira a La Casa Blanca y una batalla por una tecnología extremis que sólo lo es en el nombre.
En ese sentido, este traspaso lleva a la pantalla grande de forma muy libre la historia escrita en el cómic por Warren Ellis. Así que si esperan “lo que todos esperan”, con una nueva, popular y esperada armadura para Stark, en esta nueva entrega en realidad las cosas no son como aparentan, ni se dan como los amantes de las adaptaciones al calco esperan. Lo que a la larga igual es un punto más a favor.
Con todo eso, igual la película no es la última chupada del mate, un epic win incuestionable,  por algo bastante claro. Aunque el tema de El Mandarín sale bien parado por la actuación de Ben Kingsley, agregando un factor de verdadera inspiración ante la imposibilidad de Marvel Studios de hacer funcionar a la base original del villano en las viñetas, y esta idea de un terrorista tipo Osama con comunicados en la onda Anonymous no hace mucho como para ocultar lo que termina siendo demasiado evidente, igual Iron Man 3 es cercada por la falta de desarrollo.
Terminamos de este modo con un Aldrich Killian (El personaje de Pearce) que es una mezcla de todo lo que ya se ha visto en la misma franquicia, con Obadiah Stane, Justin Hammer y en menor medida el hombre hecho a si mismo que es Whiplash. Pero como eso es prácticamente el gran karma del universo Marvel, que tiene a sus mejores antagonistas amarrados por otros estudios, al menos lo bueno es que logren dar con estos giros que vuelven a sus villanos en algo más que simples remedos hechos a la medida de sus respectivos héroes. Que no sean aquí, por ejemplo, un simple ejército de tipos en armadura.
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Mientras tantean elementos políticos, lamentablemente el guión nunca traza las reglas que definen a estos enemigos potenciados por la tecnología Extremis, quedando como simple agregados en los que nunca profundizan. Salvo pistas, nunca se sabe concretamente porqué fueron elegidos y así realmente nos importen como amenaza, ni menos se da mayor tiempo de pantalla al personaje de Rebecca Hall, que aunque es clave en el desarrollo de la premisa, también queda como simple relleno que termina ejecutando las acciones previsibles de siempre y se va sin pena ni gloria. Ni fú ni fa, pese a que la película tiene un metraje de más de 2 horas.
Pero les voy a contar la firme: aún con toda esa falta de desarrollo, potenciado por la gran cantidad de antagonistas involucrados aquí, lo importante es que la maquinaría de Marvel no logra devorar la visión de Shane Black. Su engranaje para hacer calzar todos sus grandes planes a futuro aquí da un pie atrás, a sabiendas que ya no necesitan sembrar pistas en cada interacción individual de sus héroes. Tenemos más violencia en secuencias de acción que sacan partido al mencionado esquema sin armadura, a sorpresa de las típicas decisiones que son suavizadas por los límites del PG-13, sumen  las dosis justas de interacción de compadres con James Rhodes rumbo al final, y en Iron Man 3 dan cuenta de un molde en donde Tony Stark aún tiene territorios para explorar, pese a que ha estado involucrado en cuatro películas en los últimos seis años.
Además, y si algo dejó como desafío The Avengersel pirotécnico clímax aquí no queda en deuda en la comparación de la devastación de Nueva York realizada por Joss Whedon. Menos importa que aunque sean “42″ armaduras, terminan dando sólo un par de segundos de lucimiento a algunas. Está todo tan bien pensado y orquestado, que como que da lo mismo que incluyan elementos demasiado gringos como para el gusto de algunos o que el desenlace de su batalla sea un poco anticlimático. Aquellas cosas quedan como meras anécdotas, Iron Man 3 es lo suficientemente divertida como para que los peros den un poco lo mismo.
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Al final, queda en evidencia que Marvel Studios logró su objetivo de transformar a sus películas en eventos episódicos anuales que dan cuenta de lo que sucede en distintas áreas de su universo cinematográfico y que han influido en la industria de manera tal, que ahora en Star Wars y DC Entertainment quieren replicar el modelo.
Al mismo tiempo, mientras aquellas amarras para “armar su universo” no desvíen tanto a sus películas individuales, seguiremos en estos blockbusters que no vienen a reinventar la rueda en lo que concierne a la materia superheroica, pero que al menos están definidas por ser parte de algo más grande que siempre llega y termina con una promesa: la historia no termina aquí, algo más se viene.
Y más encima aquí lo lograron. Se me olvidó Iron Man 2. Algo para aplaudir y gozar en esta película que al fin da con algo que parecía perdido desde el escenario cohesionado que armó aquella frase de Nick Fury al final de la primera entrega: una película que se vale por si misma.
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