'Ghost Rider: Espíritu de venganza': Ojo, que mea como si fuera un lanzallamas...




Su título lo dice todo, "Espíritu de venganza"... por si no tuvimos suficiente con aquel filme estrenado en 2007 he aquí que nos llega este nuevo intento que no es exactamente ni una secuela ni un remake ni un reinicio, tan sólo es algo aunque a duras penas aguante para ser ese algo, no digamos para ser ese algo ya mínimamente decente que no es. Tranquilos, no le alcanza para convertir en buena a la versión perpetrada por Mark Steven Johnson... aunque no es que precisamente cualquiera de ellas le tenga algo que envidiar a la otra. Por desgracia tampoco le alcanza para ser la gran mala película que dadas las perspectivas cabría esperar, y se queda en mala película... a secas. Ese es el verdadero problema de esta llamémosle película (si aceptamos barco como animal acuático) porque seamos sinceros, a estas alturas relacionar el nombre de Nicolas Cage con una buena película es más complicado que mear fuego y no quemarse los pelillos... lo que por otro lado no quiere decir que no pueda hacer algo, caso de 'Furia ciega', que pueda ser disfrutado de alguna manera. Tampoco es el caso.
A la salida de la proyección lo primero que un amigo me preguntó es, ¿Qué tal la mierda de 'Ghost Rider'?, a lo que yo respondí con un ¿Para qué preguntas lo que tú mismo te estás respondiendo?. Dudo que me equivoque al afirmar que eramos (una inmensa) mayoría los que sospechábamos, los que casi dábamos por sentado, que de 'Ghost Rider: Espíritu de venganza' cabía esperar más bien poco... por no decir más bien nada, al menos desde un punto de vista cinematográfico. De hecho en realidad dudo que siquiera en algún momento sus propios responsables se hayan planteado la posibilidad de hacer algo que pueda ser considerado una buena película en algún sentido, algo incluso evidente si tenemos en cuenta el currículum de Mark Neveldine y Brian Taylor, contratados más para -con aparente libertad- hacer cualquier cosa que les viniese en gana antes que una adaptación de un cómic, una de superhéroes, una de acción o una entrega de algo que presuntamente, no lo olvidemos, forma parte de una franquicia comercial de amplio espectro (o aspira a serlo, si es que tras dos fustrantes intentos alguien se anima a ese "a la tercera fue la vencida").
Así pues siendo justos, y partiendo de esta realidad más bien incuestionable, de 'Ghost Rider: Espíritu de venganza' cabía esperar algo tan diabólicamente maligno como su protagonista con la esperanza, lo último que siempre se pierde, de que a imagen y semejanza de esta versión en llamas de Hulk la cinta aplicase sus aptitudes infernales en beneficio del bien y por el bien de la audiencia. Porque no hay mayor inteligencia que saber estar en el lugar que te corresponde, y porque si no puedes hacer algo bueno al menos intenta que sea lo suficientemente divertido como para que no tenga importancia. Y he aquí donde fracasan Mark Neveldine y Brian Taylor a la hora de hacer una mala película... pero que lo es de verdad, de las que no hacen gracia e incluso a ratos bordea esa vergüenza ajena tan incómoda de ver en una pantalla de cine. No cabe duda de que empeño le ponen, de que con su alocado estilo visual heredado de quien se ha educado con la MTV en vez de con Barrio Sésamo le intentan imprimir algo de vida (o más bien caos) a un argumento por demás tan rancio y básico como el de cualquier direct-to-video protagonizado por Van Damme y similares.
Podemos decir que fracasan porque podemos decir que lo intentan, o lo suponemos porque lo parece dado que sus maneras son más cercanas a las de un niño fantaseando con sus Playmóbil pintados de rojo imaginándose un nuevo episodio de V, ¡qué tiempos aquellos!, que a los de un realizador con conciencia y algún tipo de estudio que demuestre que lo suyo no fue hacer carrera a partir de un regalo de cumpleaños. ¿Cuestión de estilo por llamarlo de alguna manera? A saber, con ese uso (y abuso) compulsivo de las nuevas tecnologías nunca se sabe. Lo cierto es que a diferencia de lo que ocurría en la doble entrega de 'Crank', dos tonterías mayúsculas que al menos a un servidor le hacen gracia (otra cosa es que la tengan...), aquí su planteamiento decididamente demencial de vacuo artificio sin ética termina por ser uno más de tantos enemigos invencibles de una cinta a la que el elemento psicotrópico se le ha atragantado, y que más parece que aparece por justificar la existencia de la propia película que por transcribir en imágenes una historia cuya falta de entidad obliga a sospechar que esta no es más que una excusa para que Nicolas Cage siga manteniendo su nivel de vida.
Sí, no hay duda de que 'Ghost Rider: Espíritu de venganza' es mala, e incluso lo es dentro del ámbito de las malas películas como para que ni con esos referentes podamos considerarla al menos dentro del bando de las simpáticas, de las que más que hacer mella en la moral se disfrutan con una mueca entre la sonrisa y la condescendencia. Bien es cierto que no llega a ser un despropósito a la altura de por ejemplo 'Capitán Trueno', de que puede tener un pase a la hora de que aburrir, lo que se dice aburrir, no aburre (aunque esto sea más por el ruido que porque sea entretenida en sí misma), y de que la aparente casposidad de su puesta en escena invitan a pensar más en una serie B con la que sacar brillo a la banda de un VHS que a la de una superproducción millonaria, un atenuante en favor de una película que al fin y al cabo gira en torno a una calavera humeante y no parece la clásica y rastrera (mala) producción de estudio. La cinta no hace gracia, su historia carece de interés, sus personajes nos importan un bledo y el único verdadero hallazgo a destacar es constatar gracias a ella que Christopher Lambert sigue vivo, algo que los fans de entre otras 'Fortaleza infernal' agradecemos. Ummmm... ¿Christopher Lambert? ¿Acaso Nicolas Cage no parece que sigue el mismo camino?
Terminando ya, uno no se puede despedir sin incidir de forma clara sobre la figura de un Nicolas Cage que de un tiempo a esta parte tiene más de secundario de lujo en cualquiera de las de Torrente que de aquel actor que ganase un Oscar por 'Leaving Las Vegas'. ¿Qué decir que no se pueda decir de él a estas alturas? ¿Qué impone más respeto cuando pone cara de lunático que cuando le ponen cara de digitalizada y inexpresiva cerilla humana? Desconozco sí es que el personaje, visto a través de una cámara de cine, no admite muchas más posibilidades... aunque lo mismo decían algunos de las producciones Marvel como consecuencia de las inefables 'Capitán América' o 'Los Cuatro Fantásticos' de principios de los 90. Lo que sí tengo claro es que en manos de Nicolas Cage no ofrece muchas más posibilidades que seguir siendo el esperpento en el que parece sumida la carrera de un actor convertido ya en sombra de sí mismo, en una especie de burla andante que por mucha simpatía que pueda despertar (y créanme que lo digo desde el cariño que le tengo como indudable icono popular) del que lo único que se puede esperar en este momento es una producción que en caso de no haber sido cerrados por culpa de Megaupload -versión oficial- iría directa a los videoclubes...

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